Las redes sociales y la Inteligencia Artificial actúan como una "autopista" que acelera la difusión de desinformación en el ámbito de la salud y la ciencia, convirtiéndola en un "nuevo poder" y una nueva normalidad. Así lo han afirmado este miércoles divulgadores, periodistas y comunicadores científicos durante una jornada organizada por Pfizer.
"La difusión de desinformación ha existido siempre. Lo que ocurre es que ahora tenemos unas autopistas que permiten la difusión a hipervelocidad de esa desinformación", ha manifestado el periodista y experto en desinformación Marc Amorós. Un 20 por ciento de la población española ha reconocido haber recibido información falsa sobre ciencia y salud, principalmente a través de redes sociales, según un estudio de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).
Era dorada de la desinformación
"Vivimos una era dorada de la desinformación, donde los contenidos manipulados priorizan el impacto emocional y dificultan la construcción de consensos necesarios para enfrentar los grandes desafíos globales", ha resaltado Amorós. El experto ha enumerado titulares falsos viralizados como 'Los tumores cancerígenos son sacos de huevos llenos de parásitos que se curan con ivermectina', 'El repollo reduce la mortalidad del cáncer de mama' o 'Meterse ozono por el ano o la vagina cura el cáncer, el sida y el Alzheimer'.
Todo ello no busca tanto que la gente crea en sus "mentiras", sino que se "deje de creer" en la verdad, algo que los propagadores de desinformación ya están consiguiendo. Solo un 31 por ciento de los españoles confía en la información de los medios de comunicación, según un estudio de Ipsos.
Una industria con propósitos claros
"Las noticias falsas no son casualidades informativas, no son cosas que ocurren por azar o por casualidad. No son bromas ni tampoco son anécdotas sin importancia. Las noticias falsas tienen una intención, sirven a propósitos, en definitiva son una industria", ha añadido Amorós.
El divulgador y presentador del programa 'El punto sobre la Historia', David Botello, ha coincidido en que la desinformación "no nació" en las redes sociales, ni en los medios en línea, ni con la imprenta. El relato de manipulación siempre ha existido, un fenómeno del que la "ciencia no ha estado exenta".
Ejemplos históricos de manipulación
Botello ha expuesto cómo la desinformación ha existido a lo largo de la historia, poniendo como ejemplo a Ramsés II y la falsificación de su victoria en la Batalla de Qadesh (año 1.274 antes de Cristo). También ha mencionado la propaganda a favor del rey Fernando VII durante la Guerra de Independencia española, los primeros movimientos antivacunas que surgieron cuando Louis Pasteur las inventó, las caricaturas hacia Charles Darwin por su teoría de la evolución y la maquinaria de propaganda del nazismo encabezada por Joseph Goebbels.
"La manipulación del relato ha sido una herramienta clave del poder para influir en la sociedad, y entender esa historia nos ayuda a enfrentar con más perspectiva los desafíos actuales de la desinformación", ha declarado durante su intervención. La directora de Comunicación de Pfizer España, Maite Hernández, ha destacado que la ciencia debe ser "accesible, comprensible y fundamentada" en datos y hechos contrastados.
Ataques contra divulgadores científicos
Intentar posicionarse en contra de estas corrientes puede dar lugar a dificultades para su transmisión. Hasta un 51 por ciento de los divulgadores científicos españoles ha sufrido ataques en redes sociales al realizar su labor, lo que ha llevado al 16 por ciento de ellos a abandonar temporal o permanentemente este tipo de actividades.
La periodista especializada en información científica y responsable de redacción del Science Media Center España (SMC) de la FECYT, Laura Chaparro, ha destacado la labor del centro como "puente esencial" entre la comunidad científica y los medios de comunicación. El SMC facilita el acceso a fuentes expertas, organiza sesiones informativas y desarrolla recursos para periodistas y la ciudadanía.
Reforzar la confianza institucional
Entre los principales retos identificados se encuentra aumentar la confianza de la población tanto en las fuentes de información como en las instituciones públicas. Esto se relaciona con una menor creencia en afirmaciones falsas y una menor disposición a compartir esta desinformación, según un estudio publicado en la revista 'Nature'.
"Estos hallazgos evidencian que la lucha contra la desinformación debe ir más allá del simple desmentido o prevención, centrándose también en reforzar la confianza institucional como una estrategia clave", ha aseverado Chaparro.
(EUROPA PRESS) Nota: Este artículo ha sido editado con la ayuda de Inteligencia Artificial.