OMS revela: 1.200 millones de niños sufren castigos físicos

upday.com 3 godzin temu
Manifestantes sostienen un cartel que dice "¡Salven la protección de la infancia!" durante una protesta sobre derechos infantiles en París (Imagen simbólica) (Photo by Anne-Christine POUJOULAT / AFP) (Photo by ANNE-CHRISTINE POUJOULAT/AFP via Getty Images) Getty Images

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha revelado que aproximadamente 1.200 millones de menores de entre 0 y 18 años sufren castigos físicos en sus hogares cada año. Según el organismo, esta práctica causa «daños significativos» a la salud y desarrollo infantil, aunque presenta variaciones considerables entre países.

Las tasas de castigo corporal declaradas por padres y cuidadores en el último mes oscilan drásticamente según la región. Mientras que en Kazajistán alcanza el 30 por ciento y en Ucrania el 32 por ciento, en otros países las cifras se disparan hasta el 63 por ciento en Serbia, el 64 por ciento en Sierra Leona y el 77 por ciento en Togo.

Llamamiento de expertos internacionales

«Existe evidencia científica abrumadora de que el castigo corporal conlleva múltiples riesgos para la salud infantil (...) No ofrece ningún beneficio para el comportamiento, el desarrollo ni el bienestar de los niños, ni tampoco para los padres ni para la sociedad», ha afirmado Etienne Krug, director del Departamento de Determinantes de la Salud, Promoción y Prevención de la OMS. El experto ha realizado un llamamiento para «poner fin a esta práctica nociva» y garantizar así el desarrollo integral de los menores tanto en hogares como en centros educativos.

Los datos analizados corresponden a información recopilada en 58 países diferentes. Según el informe, el 17 por ciento de los niños que sufrieron castigos físicos el mes pasado lo experimentaron en sus formas «más severas», incluyendo golpes en la cabeza, la cara o las orejas, así como golpes fuertes y repetidos.

Disparidades regionales significativas

Los castigos físicos están «igualmente extendidos» en los centros educativos, especialmente en África y Centroamérica. En estas regiones, el 70 por ciento de los niños son sometidos a esta práctica durante su etapa escolar, una cifra que contrasta drásticamente con el 25 por ciento registrado en la región del Pacífico Occidental.

El documento identifica a los colectivos con mayor vulnerabilidad ante los castigos corporales. Los niños con discapacidad, aquellos cuyos padres han experimentado los mismos castigos y aquellos cuyos progenitores padecen problemas de consumo de sustancias, depresión u otros problemas de salud mental presentan mayor riesgo.

Factores de riesgo amplificados

Factores sociales como la pobreza, el racismo y la discriminación aumentan «aún más» la probabilidad de que ocurran castigos corporales contra los menores. Según la OMS, estas prácticas tienen consecuencias «profundas y de gran alcance» para la salud infantil.

A nivel físico, los castigos corporales desencadenan respuestas biológicas perjudiciales que van más allá de las lesiones inmediatas. Entre estas se incluyen una mayor reactividad de las hormonas del estrés y cambios en la estructura y función cerebral que pueden perjudicar un desarrollo saludable.

Impacto devastador en el desarrollo

Un análisis realizado en 49 países de bajos y medios ingresos demuestra que los niños expuestos al castigo corporal tienen un 24 por ciento menos de posibilidades de alcanzar un desarrollo normal. Esta comparación se establece con respecto a sus compañeros que no sufren estas prácticas.

La salud mental de los menores se ve «igual de gravemente» afectada, enfrentándose a un mayor riesgo de ansiedad, depresión, baja autoestima e inestabilidad emocional. Estos efectos suelen persistir hasta la edad adulta, provocando tasas más altas de abuso de sustancias e incrementando la probabilidad de suicidio.

Consecuencias sociales perpetuas

A nivel social, los castigos físicos también generan importantes consecuencias en el comportamiento infantil. Los niños pueden desarrollar mayor propensión a conductas agresivas, experimentar dificultades académicas y, una vez llegan a la edad adulta, participar en conductas violentas, antisociales o delictivas.

Estas prácticas favorecen además una mayor aceptación social de la violencia, lo que refuerza «ciclos dañinos» que se perpetúan a lo largo de diferentes generaciones. La normalización de la violencia como método educativo contribuye a mantener estos patrones destructivos.

Más allá de la prohibición legal

Aunque numerosos países han prohibido el castigo corporal, su uso continuado y la persistente creencia en su necesidad demuestran que la legislación por sí sola no resulta suficiente. La OMS ha subrayado la importancia de que las medidas legales sean acompañadas de campañas de concienciación pública.

El organismo internacional también destaca la necesidad de proporcionar apoyo directo a padres, cuidadores y docentes. El objetivo es promover formas de disciplina positivas y no violentas que permitan una educación efectiva sin recurrir a la violencia física.

Fuentes utilizadas: "Europa Press" Nota: Este artículo ha sido editado con la ayuda de Inteligencia Artificial.

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