La curiosidad, los antecedentes familiares y la sensación de impotencia ante la crisis climática son los tres principales factores que impulsan a las personas a convertirse en activistas medioambientales. Así lo revela un estudio cualitativo realizado en el marco del proyecto europeo ELCRA (Environmental Literacy in Higher Education Context for Preventing Radicalization in Climate Activism).
La investigación ha analizado las motivaciones y los métodos de compromiso de los activistas ambientales a través de entrevistas semiestructuradas y grupos focales, según ha explicado la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en un comunicado. "El estudio explora la participación juvenil en movimientos por la sostenibilidad ambiental y la lucha contra el cambio climático", ha explicado el profesor de la Universidad de Siena Claudio Melacarne, que ha dirigido la investigación.
Doble objetivo de la investigación
"El objetivo era doble. Por un lado, comprender las motivaciones y los métodos de participación de los activistas y, por otro, investigar los factores que pueden conducir a la radicalización de ciertas personas y grupos", ha añadido Melacarne. En la investigación han participado 49 personas, divididas equitativamente entre activistas y miembros de la comunidad universitaria (estudiantes y profesorado), y otras 52 que se han dividido en nueve grupos focales.
El análisis temático de los datos ha identificado tres perfiles principales de activistas ambientales. Los docentes activistas conciben su compromiso climático como un proceso educativo, centrado principalmente en informar y concienciar a la población.
Activistas educadores con base científica
Estos activistas suelen tener experiencia en investigación científica y creen que una mayor concienciación puede impulsar el cambio social, según se desprende en el estudio. "Prefiero el activismo basado en la investigación, aplicando datos empíricos a acciones directas", ha afirmado un activista estadounidense entrevistado en el estudio.
Los activistas críticos se centran, principalmente, en la crítica y la denuncia, a veces dirigidas contra las estructuras de poder. Este grupo está formado por personas que no se limitan a proponer soluciones o concienciar, sino que hacen hincapié en denunciar las injusticias socioeconómicas relacionadas con los problemas ambientales.
Críticos y activistas de vanguardia
Para los activistas críticos, la lucha por el clima es también una lucha contra las desigualdades económicas y sociales. Finalmente, los activistas de vanguardia desarrollan estrategias de acción directa e introducen nuevas formas de activismo y movilización.
Este grupo se caracteriza por un enfoque experimental, que incluye acciones artísticas, 'performance' y otras formas de activismo no convencionales, con el objetivo de sensibilizar al público y atraer la atención mediática. "Esta variedad de enfoques no representa fragmentación, sino una riqueza estratégica que caracteriza al movimiento en su conjunto", han enfatizado los investigadores.
Riqueza estratégica del movimiento
"La eficacia del activismo ambiental depende de la capacidad de integrar y potenciar diferentes formas de acción, creando sinergias entre la difusión, la crítica sistémica y la movilización directa", han ampliado. El estudio ha sido coordinado por la Universidad de Siena y ha sido realizado en colaboración con la UCM, la Universidad Jagellónica de Cracovia (Polonia), la Universidad de Klaipeda (Lituania) y la Universidad de Coimbra (Portugal).
El estudio también ha identificado las principales fuentes de información utilizadas por los activistas, incluyendo organizaciones globales como las Naciones Unidas y el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), artículos científicos, informes universitarios, sitios web y figuras influyentes del activismo ambiental. Se ha concluido que la confianza en el liderazgo de un movimiento es "esencial para asegurar el crecimiento, la continuidad de la acción y la eficacia del activismo", según el estudio.
Estrategias para prevenir radicalización
A la luz de estos hallazgos, los investigadores proponen varias estrategias: repensar el lenguaje científico utilizado para describir las acciones y prácticas del activismo ambiental, apoyar la creación de espacios físicos y virtuales para desarrollar un diálogo firme sobre el cambio climático y difundir los resultados de la investigación científica a través de revistas de alto impacto y medios de comunicación tradicionales. Los resultados de esta investigación cualitativa y los del estudio cuantitativo publicado previamente "sentarán las bases para la siguiente fase del proyecto ELCRA", que consiste en desarrollar un marco de competencias para prevenir la radicalización en el activismo ambiental mediante la mejora de la alfabetización ambiental del alumnado universitario.
El proyecto creará un MOOC (curso en línea masivo y abierto) que abordará la sostenibilidad ambiental, el cambio climático, las teorías sobre la radicalización, las técnicas de prevención de la radicalización y el pensamiento crítico.
(EUROPA PRESS) Nota: Este artículo ha sido editado con la ayuda de Inteligencia Artificial.