«Nos abandonaron, nadie vino a ayudarnos», protesta Dositeo mientras contempla los escombros de su casa en San Vicente de Leira. Sus vecinos asienten con indignación junto a la capilla de San Tirso de Os Chelos, en este pueblo de Vilamartín de Valdeorras que el fuego convirtió en un escenario de guerra. Según EuroPress, los 20 vecinos de esta pequeña aldea orensana se enfrentan ahora a la desolación total tras ser devorados por las llamas del incendio de Larouco.
El fuego que destruyó San Vicente forma parte de la tragedia más grande en la historia de Galicia. Como informan abc.es, larazon.es y elcorreo.com, el incendio de Larouco se ha convertido en el cuarto más grande de la historia de España, calcinando más de 30.000 hectáreas como parte de los 88.000 hectáreas quemadas en toda la región. El fuego lleva activo más de 13 días desde que comenzó el 13 de agosto, según confirman levante-emv.com y elcorreo.com.
El abandono que marcó la tragedia
Las llamadas desesperadas a Emergencias se sucedieron durante tres días sin respuesta efectiva. «Nos dijeron con palabras textuales que no iba a venir nadie», relata Lucrecia con amargura. Como reporta abc.es, los servicios de emergencia comunicaron explícitamente a los vecinos: «marchaos cuando podáis, que ahí no vamos a mandar a nadie». Esta respuesta institucional dejó a los habitantes librados a su suerte ante las llamas que se acercaban.
La salvación llegó por casualidad a través de un carril de tierra que el alcalde había abierto apenas un mes antes para solucionar una urgencia. «Si ese camino no está abierto...», dice Toño dejando la frase en el aire. Según EuroPress, sin esta vía improvisada, la evacuación habría sido imposible cuando el fuego atacó por detrás de las casas, saltando de vivienda en vivienda con rapidez inusitada.
Destrucción casi total
Solo una casa resistió el paso devastador de las llamas en todo el pueblo. La vivienda de Toño y Elena sobrevivió milagrosamente rodeada de destrucción total, como una isla de vida en un océano de muerte y cascotes. «Mi casa se salvó por el jardín y los árboles, que ayudaron a frenar la bola de fuego», explica Toño, quien admite que «casi hubiera preferido que mi casa también ardiera» por la culpa de sobrevivir.
Dominga no puede contener las lágrimas al mostrar los restos de su hogar, donde vivió desde los tres años hasta los 70. «Solo quedan las paredes de piedra y una montaña de cascotes», suspira contemplando el esqueleto calcinado de sus pertenencias. Su casa fue la única que ardió entre dos que resistieron, convirtiéndola en la cruz de una moneda donde otros tuvieron cara.
Respuesta ciudadana espontánea
Mientras las instituciones fallaron, la ciudadanía respondió. Como informa levante-emv.com, más de 40 jóvenes voluntarios, la mayoría veinteañeros, se organizaron espontáneamente a través de WhatsApp para combatir los incendios en diferentes puntos de Galicia. Esta movilización contrasta dramáticamente con el abandono institucional que sufrieron los vecinos de San Vicente.
El presidente Rueda ha solicitado que las unidades UME permanezcan «al menos dos días más» pese a la estabilización del fuego, según reporta larazon.es. Mientras tanto, el Ejército de Tierra trabaja en desescombrar las angostas callejuelas para hacerlas transitables, una tarea que algunos militares comparan con los daños de la DANA de Valencia.
La vida que fue
San Vicente era un pueblo pintoresco que combatía la despoblación con humor, colocando muñecos vestidos por las calles para dar impresión de vida. «Todos los días sacábamos la silla después de comer y se jugaba la partida al fresco», recuerda Dominga con una sonrisa nostálgica. Las calles estaban decoradas con poesías escritas en tiza blanca: «Ante cualquier problema / luchar bien vale la pena», escribió Xosé Luis Álvarez en los muros que ahora son escombros.
Los vecinos permanecen en el pueblo durante el día dándose ánimos mutuos, pero cuando cae la noche deben dormir en O Barco de Valdeorras. El incendio destruyó también el suministro eléctrico y el agua corriente. «Solo me queda confiar en que los seguros y las administraciones funcionen», suspira Dominga, mientras el tiempo dirá si San Vicente puede recuperar, al menos, el presente.
Fuentes utilizadas: "EuroPress", "abc.es", "larazon.es", "elcorreo.com", "levante-emv.com" Nota: Este artículo ha sido editado con la ayuda de Inteligencia Artificial.