Un estudio colaborativo entre la Universidad de Sevilla, la Estación Biológica de Doñana y la universidad italiana de Roma Tre ha detectado microplásticos en la coquina de fango en los estuarios del Guadiana y del Guadalquivir. La investigación revela la presencia de estas partículas contaminantes en la almeja Scrobicularia plana, una especie que se consume habitualmente.
La mayoría de los microplásticos encontrados en ambos estuarios eran fibras oscuras, probablemente derivadas del lavado de ropa y de una deficiente filtración en las plantas de tratamiento de aguas residuales. Este tipo de microplásticos es especialmente abundante en ambientes acuáticos, ya que por su forma y composición tienden a flotar con mayor facilidad que otras partículas.
Diferencias entre estuarios detectadas
Los análisis revelaron diferencias en la composición de polímeros de microplásticos entre estuarios. Ambos presentan contaminantes comunes como PET, celulosa, celofán, PVC, poliamidas y acrílicos, lo que refuerza la idea de una contaminación generalizada por estos materiales.
En el estuario del Guadiana son más frecuentes el tereftalato de polietileno (PET) y la celulosa pigmentada. Otro hallazgo relevante del estudio es que los individuos de menor tamaño contenían, en promedio, más partículas de microplásticos que los ejemplares más grandes.
Mecanismos de defensa natural
Esto sugiere que, a medida que crecen, las almejas podrían desarrollar mecanismos más eficaces para expulsar o evitar la acumulación de estas partículas. La almeja Scrobicularia plana es un molusco bivalvo que vive enterrado en los sedimentos blandos de estuarios y marismas.
Se caracteriza por su concha ovalada y frágil, de color grisáceo, y por sus largos sifones, con los que se alimenta filtrando partículas del agua y del sedimento. El estudio demuestra que esta especie, además de ser un reconocido bioindicador de contaminación por metales pesados, también podría desempeñar un papel clave en la detección de microplásticos.
Bioindicador especialmente útil
A diferencia de otras especies utilizadas con este fin, y debido a sus hábitos alimenticios y de vida, esta almeja podría reflejar condiciones ambientales tanto de la columna de agua como del sedimento. Esto la convierte en una herramienta especialmente útil para evaluar la contaminación a diferentes escalas espacio-temporales.
Los resultados revelaron que, pese a las diferencias en la presión humana entre los estuarios del Guadiana y del Guadalquivir, las concentraciones de microplásticos en los bivalvos fueron similares. Este hallazgo sugiere que factores naturales, como el hidrodinamismo y las variaciones estacionales, podrían influir en el transporte y la acumulación de estos contaminantes.
Distribución compleja de contaminantes
No se observó un gradiente claro en la contaminación de microplásticos a lo largo del curso de los estuarios. Esto indica que la proximidad a focos puntuales de contaminación no basta para explicar su distribución, siendo esencial considerar también los procesos naturales de dispersión y sedimentación.
Es fundamental evaluar la acumulación de microplásticos en la coquina de fango y en otras especies de bivalvos a largo plazo, no sólo por su valor como bioindicadores, sino también por su posible papel como vectores de contaminantes hacia otros niveles tróficos. Esta coquina es una especie clave en los ecosistemas estuarinos y, además, se recolecta habitualmente para el consumo.
Riesgos para la cadena alimentaria
Por ello, resulta crucial investigar en mayor profundidad hasta qué punto los microplásticos pueden transferirse a lo largo de la cadena alimentaria y con ellos los contaminantes que pueden estar asociados. Más allá de los efectos directos sobre los organismos, la presencia de estos materiales podría alterar el equilibrio de las redes tróficas y favorecer procesos de biomagnificación, con potenciales consecuencias para la salud ambiental y humana.
(EUROPA PRESS) Nota: Este artículo ha sido editado con la ayuda de Inteligencia Artificial.